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Marta Salas: “Soy de las que piensan que la fotografía no la hace una cámara, sino el ojo que tenga cada uno”

La fotógrafa pamplonesa comparte su trayectoria y su visión sobre la fotografía

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FOTO: JOKIN ARANGUREN
Marta Salas: “Soy de las que piensan que la fotografía no la hace una cámara, sino el ojo que tenga cada uno”

Marta Salas, pamplonesa de 50 años, ha dedicado su vida a su familia y amigos, abriendo paso entre ellos a la escritura y la meditación. También le ha hecho un hueco a la fotografía, la cual sintoniza su pasión con la estética y su característica de persona observadora. Su afición, como le describe, le ha llevado a realizar distintas sesiones fotográficas por encargo de retratos y publicidad. Salas se formó a ella misma con una cámara, muchos errores y práctica y, sobre todo, pasión. Con la pandemia y el estado de alarma dictado por las autoridades, se le han abierto muchas posibilidades de capturar de una manera diferente la ciudad que la vio crecer.

En tiempos de coronavirus, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención como fotógrafa? ¿A qué le ha dado foco?

  • En esta situación que estamos viviendo, a los fotógrafos se nos ha abierto una oportunidad increíble de inmortalizar la ciudad. Sobre todo los primeros días, los de más miedo e incredulidad, para capturar espacios vacíos. Pamplona parecía una ciudad fantasma y yo he disfrutado mucho de eso. También me sorprende este hecho, porque si me lo llegan a contar antes, no me hubiese visto tan animada. La ciudad, la gente, todo se ha transformado en cuestión de muy poco tiempo. Recuerdo el primer y segundo día buscando gente con mascarillas... luego te haces y buscas más. Fotográficamente hablando, esto ha sido único. Cada día he salido a buscar instantes irrepetibles.

 

¿Cómo llega la fotografía a su vida?

  • Cuando tenía unos diez años mi padre me llevó a ver una exposición de Cartier Bresson. Quizás ese es el momento en que me emociona la fotografía. Entendí que las imágenes son magia que permiten inmortalizar los momentos, los sucesos y las miradas. Es un recuerdo de mi infancia que me impactó, me conmovió.

 

¿Cuándo empieza a disparar por primera vez?

  • Creo que me regalaron una cámara Kodak en mi primera comunión, supongo que disparé sin ninguna convicción aquí y allá. Recuerdo que me encantaba mirar a través del cristal de la ventana las diapositivas que hacía mi abuelo Germán.

 

¿Cuál ha sido su camino por la fotografía?

  • Con mi primer sueldo compré una Zenith y comencé sin ningún tipo de formación y más ganas que aciertos. Me arruinaba con aquellos carretes, y rara vez vi algo que me gustase. Empecé con mucha frustración.

 

¿Tiene un estilo específico?

  • Dicen que reconocen mis imágenes al verlas, pero no sé si tengo un estilo. Me encanta la fotografía urbana, esa que, en la posteridad, hablará de tantas cosas: la estética, los edificios y los ritmos de los viandantes.

 

¿Qué busca con sus fotografías?

  • No busco concretamente nada.  Luego puedo analizar, pero a la hora de disparar me concentro en la composición, la luz y en ese momento que, a veces, se anticipa. No se tiene tiempo de buscar, o si, es instinto, inmediatez y momento íntimo.

 

¿Qué es la fotografía para usted?

  • Magia. Desde niña me lo ha parecido así. Es terapia, lenguaje, desahogo, frustración, una necesidad. Me parece increíble poder inmortalizar una mirada, una situación, una luz... es magia, definitivamente.

 

¿Qué es una “buena” fotografía?

  • La que emociona, transmite y no deja indiferente. Tiene que inspirar a un escritor, siempre.

 

¿Quiénes son sus referentes fotográficos y por qué?

  • Soy bastante analfabeta en el conocimiento de fotógrafos, también en técnica. Mi referente es Cartier Bresson, porque fue la primera exposición de fotografía que vi de cría. De un tiempo a esta parte visiono mucha fotografía. Me atrae la atemporalidad, por tanto, miro fotografía analógica. Me encanta la sensibilidad de Sebastião Salgado y la fotografía urbana e histórica de Bruce Davidson. Me atrae la fotografía de tradiciones y fiestas actuales que mantienen el sabor de antaño, García Rodero y Ferrer Chust. En fotografía clásica: Ramon Massats, Elliott Erwitt, André Martin, Robert Capa… y hay cientos de fotos anónimas que me emocionan también. Me gusta la fotografía creativa y poética, como la de Jordi Larroch, que tiene el estilo de fotografía de Madoz, y Carlos Cánovas, ahora muy reconocido en Navarra, que hace verdadera poesía con paisajes de la periferia urbana y mucho más. Hay muchos, pero insisto en que soy vaga y muy inculta en este terreno fotográfico.

 

¿Cuál es o sería su equipo fotográfico perfecto?

  • El que tengo, una Nikon 5400 y tres o cuatro objetivos muy sencillos. No me da ventaja en ningún lugar, me obliga a tirarme al suelo, correr y hacer filigranas para conseguir captar una imagen. Hay gente que tiene equipos mejores, con objetivos más potentes. Aunque tengo un equipo bastante mediocre, soy de las que piensa que la fotografía no la hace una cámara, sino el ojo que tenga cada uno. El ojo, la rapidez y la composición.

 

¿Utiliza también el móvil como herramienta cuando no tiene su cámara a mano?

  • Antes sí, caía en la tentación de sacar el móvil y sacar la fotografía. Ahora es rarísimo que lo haga, alguna vez lo hago, pero no. Uso solo la cámara.

 

¿Dónde se puede encontrar su trabajo?

  • Mi trabajo puede verlos mis amigos de verdad. Luego en redes, claro... Facebook e Instagram.

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