Bandera

FOTO: MARTA SALAS

Yo era un niñato imberbe e insistí terriblemente en que me compraran una bandera de España para un partido de fútbol.

Mi padre conducía, mi madre iba de copiloto. Sólo yo estaba detrás. Íbamos hacia el centro de la ciudad.

Les explicaba que todos mis amigos se habían citado en el campo del Betis para ver a la selección. No sé si yo tendría quince años, ni quiero mirar muy bien las fechas, porque me entran escalofríos de vergüenza.

Ella cortó mi discurso, pidió a mi padre que frenase en mitad de la avenida de la Borbolla y se bajó del coche, donde se hizo un silencio terrible entre los dos. Mi madre se alejó entre callejuelas camino de ninguna parte.

Nunca paso por ese lugar sin recordar ese frenazo.

No puedo precisar en mi recuerdo si ya estaba operada de su cáncer o no, ni sé qué situación económica atravesaban por entonces.

Sólo sé que era el principio del fin de su corta vida.

Qué terrible dolor no haber sabido pedirle disculpas. Qué horror el egoísmo narcotizante de la adolescencia.

 

Salvador Navarro - Escritor

Autor de 'Nunca sabrás quién fui