LUNES CRÍTICO

A QUÉ HUELE LA DICHA?

FOTO: MARTA SALAS

Colecciono dichas. Es una enfermedad incurable, como la lectura, que suma; como Ágata y Dexter, a los que se empeñan en mal llamar mascotas, estos multiplican; como tú, que consigues hacerme reír y volar al mismo tiempo, tú no sumas, no se inventó una operación matemática que pueda resolver la magia de la fórmula que contienes; como Jorge Drexler, que me hace cerrar los ojos y desconectar, me eleva (que es como sumar mucho); como ellas, desde el primer latido, ellas me llenan y me hacen terminar la colección de dichas, no caben más. 

Coleccionar dichas es muy sencillo. No igual para todo el mundo, claro. 

Un día estaba cansada, digo cansada para hacerme entender. Realmente no estaba. Viajé a un lugar oscuro, húmedo y maloliente. Me equivoqué al entrar por aquella puerta. 

Para cuando quise darme cuenta, ya me habían puesto el traje a rayas y un número en la espalda. El aire era irrespirable, caliente, sucio.

Recordé, exhausta y desorientada, cuando de chica me llamaban He-Man en mi casa. El mote me lo pusieron mis hermanos, por mi fuerza física extraordinaria mi carácter chulesco. Recordé también la calidez de mi infancia, el amor incondicional, las risas, sobre todo las risas despreocupadas. Recordé a mis hijas de golpe. Me levanté, tomé aire y decidí coleccionar dichas.

Esperé tranquila en la estación. Llegó pronto. Subí, y observé cómo, según avanzaba aquel tren, la oscuridad quedaba atrás. Contemplé subida en una nube el amanecer y tarareé aquello de "Algunas veces, mejor no preguntar 

por una vez que algo sale bien

si todo empieza y todo tiene un final

hay que pensar que la tristeza también

Se va

Se va

Se fue

Y se va, ya lo creo.

 

Marta Salas