¿FELICES AÑOS 20?

Con la llegada de 2020 dejamos atrás la que ha sido la segunda década del siglo XXI mientras nos adentramos en la década de los años 20.

De esta manera, se cumple ya un siglo desde el comienzo de la que probablemente haya sido la mejor época de los Estados Unidos tanto a nivel económico como social. No es un secreto que España ha sido propenso a verse reflejado en el espejo estadounidense. Sin embargo, los españoles, lejos de sacar tajada a la buena coyuntura de la época, fuimos de los países más afectados por el crack del 29. Y es que España siempre ha sido un país en crisis. No lo digo yo, lo dice la Historia y, tristemente, me temo que la década que afrontamos no será diferente.

En primer lugar, cabe resolver cuanto antes la cuestión de la gobernabilidad. Si bien es cierto que cada día que pasa los españoles vemos más cerca la formación de un gobierno, todavía esta realidad aún esta por confirmarse. Si el PSOE hubiese actuado entonces con responsabilidad no se estaría hablando ya de este problema. La realidad es otra, y más bien creo que la del PSOE es una estrategia destructiva más que propositiva y que responde a un “quítate tú para ponerme yo”. Por desgracia, esta estrategia la lleva siguiendo el PSOE muchos años. Se recodará el Pacto del Tinell, en donde se vetaba la presencia de la derecha en cualquier tipo de órgano institucional. Misma estrategia que se ha seguido en Navarra, en donde se ha aislado a la coalición de centro-derecha ganadora en las elecciones de mayo, Navarra Suma, para pactar no sólo con los que no creen en Navarra (ni por supuesto en España), sino también con los que tácitamente legitiman el terrorismo etarra. Otro día en la oficina.

Una vez resuelta la cuestión de la gobernabilidad, que esperemos sea pronto (más vale un mal gobierno que el desgobierno), tocará hacer frente a los informes que alertan sobre la venida de una inminente crisis económica. Por la parte que me toca, creo que los jóvenes seremos los grandes damnificados. Con un porcentaje de paro juvenil rozando el 30% y con un sistema de pensiones gravemente cuestionado, no nos queda más que exigir que las reformas económicas que emprenda el futuro ejecutivo tengan el foco de acción en la población joven. Los jóvenes, queramos o no, somos la garantía de la supervivencia de cualquier sociedad: sin jóvenes, no hay futuro para nadie. En otras palabras, sin jóvenes las pensiones no están garantizadas, sin jóvenes no hay esperanzas de que la sociedad continue reproduciéndose y, en definitiva, el futuro de cualquier país corre serio peligro.

La incertidumbre se repite en la arena internacional. El problema climático y el impacto del Brexit son sin duda 2 de los mayores problemas a los que nos vamos a tener que enfrentar en esta década. Sobre el primero, vamos a tener que aprender a reaccionar con mayor celeridad si no queremos que la reacción llegue demasiado tarde. Falta voluntad política pero las movilizaciones de estas semanas, en su mayoría protagonizadas por jóvenes, muestran que algo está cambiando. Por su parte, el Brexit demuestra que se está perdiendo la fe en la cooperación y el entendimiento como la mejor manera de prosperar. En este sentido, la Transición española fue, a todas luces, un proceso ejemplar en el que la capacidad de diálogo y las ganas de avanzar se impusieron al rencor y a la desconfianza. Lo mismo podría decir de los Fueros navarros. Éstos no son un simple marco jurídico alternativo, sino que constituyen la muestra perfecta de que el acuerdo, la lealtad y la transparencia son las mejores herramientas para construir un futuro mejor. En definitiva, tanto la Transición como los Fueros son la muestra de que juntos llegamos más lejos, aprendamos de ello.

Como vemos, España es fiel a su historia y, lejos de los famosos “felices años 20”, lo que prevalece en el contexto español es la incertidumbre y las crisis de todo tipo. Tamaños desafíos requieren de gobiernos estables, con altura de miras y congruentes con su estrategia política, lo cual me temo que no veremos a corto plazo. El pasado día 24 de diciembre, en su tradicional discurso navideño, Felipe VI quiso lanzar un mensaje de esperanza. Así pues, termino con las palabras de quien a mi juicio es la figura pública española más competente en el escenario político actual: “Confiemos en nosotros mismos, confiemos en España y mantengámonos unidos en los valores democráticos que compartimos para resolver nuestros problemas”. Porque conocemos el camino.

ALEJANDRO JÉSUS JIMENEZ PALACIOS