“COVID-19 Y LOS TRASTORNOS MENTALES: LA OTRA PANDEMIA”

Salud mental, covid-19. IMAGEN DE ARCHIVO

Los cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida, y hoy más que nunca, nos queda claro que la realidad nos plantea dicho escenario. Ante la pandemia que ha hundido a la humanidad en la desesperanza y la mortandad, se pone a prueba nuestra capacidad de adaptarnos a los cambios tan drásticos que pueden ocurrir en poco tiempo. Es un hecho, el mundo entero sigue luchando contra una de las crisis sanitarias, económicas y sociales más grandes del Siglo XXI, sin importar el credo, la raza o la preferencia política de las personas.

El desarrollo de vacunas y tratamientos más eficaces nos ha traído una gota de esperanza ante esta tribulación, y sin embargo, no es esto suficiente para tratar las secuelas que van más allá de los problemas cardíacos y respiratorios, ante las cuales, lamentablemente, todos estamos expuestos. Estas secuelas son más bien emocionales, mentales, y siguen presentes en gran parte de la población española (y mundial), que busca ansiosamente retomar el equilibrio previo a esta crisis.

La depresión, las crisis de ansiedad, los duelos emocionales por las pérdidas a las que nos hemos visto sometidos, son problemas que acarreamos hasta la fecha, que si bien existían ya desde el tiempo previo a la pandemia, se han agudizado dentro de las mismas familias, las instituciones, los centros sanitarios, los gobiernos y lugares de culto alrededor del mundo. Es triste y lamentable ver cómo ahora quedan tantas sillas vacías en los hogares, donde quizá un padre, una madre, un abuelo o algún hijo acostumbraron sentarse en torno a los alimentos. Es una situación trágica pero real, por la cual muchas personas han desarrollado ya algunos trastornos mentales.

Pensemos por un momento en aquella persona que lo ha perdido todo: su salud, sus ahorros, sus proyectos e ilusiones, su familia. No es de extrañarnos que ante esta situación, abunden los casos de duelo patológico, en los que se experimenta una negación voraz ante la pérdida. Así mismo, la preocupación por la crisis económica que nos ha quedado impregnada, las deudas, la carencia de los recursos suficientes para adquirir un tanque de oxígeno por el elevado costo ante la demanda exhaustiva también ha empujado a muchos españoles a pensar en el suicidio. Todas estas situaciones lamentablemente son parte de esta “nueva normalidad” en la que estamos viviendo, como si se tratase de una pesadilla sin la esperanza de un próximo despertar.

El confinamiento ha desbordado los problemas familiares; múltiples parejas han optado ya por la separación ante una convivencia que cada vez se ha vuelto más difícil por “compartir” tanto tiempo con los otros habitantes del hogar; el uso de la tecnología para la educación y el trabajo, por un lado ha sido una alternativa emergente, pero también causa de un mayor aislamiento y relaciones codependientes dentro de los hogares. Los padres han tenido que improvisar nuevas formas de lidiar con sus hijos, las parejas han buscado las soluciones posibles a sus problemas, muchas sin éxito alguno.

Es una realidad que la nación española ha sido diezmada por las muertes y la crisis económica, pero también por los problemas emocionales que se han experimentado a raíz del confinamiento. Es por ello que hoy, más que nunca, debemos estar dispuestos a adaptarnos al cambio, y no tanto a renegar de éste. En estos tiempos el personal sanitario ha refrendado su compromiso de arriesgar sus vidas para salvar otras, hemos recurrido a algún médico en busca de alguna esperanza para el cuerpo infectado, y también es imperante buscar el apoyo de los profesionales de la salud mental para tratar ese desánimo, esa tristeza y angustia ante los tiempos actuales.

Quizá muchas personas puedan pensar que acudir a psicoterapia es sólo para “los dementes”, cuando realmente debería ser un hábito de salud tan normal como cepillar nuestros dientes después de cada alimento. Un psicoterapeuta que ejerce su profesión dentro del marco legal, es una persona preparada y bien entrenada para escuchar al paciente, que busca desahogar sus problemas ante un oído activo e imparcial; brinda estrategias para tomar el control de uno mismo, alejarnos de lo que nos hace daño, sanar nuestras heridas y ayudarnos a digerir el impacto de las pérdidas. Por ello, ante esta “otra pandemia”, el apoyo de un psicoterapeuta es de alto valor y en ocasiones será importante buscar un tratamiento interdisciplinario para buscar la mejoría del paciente.

Si consideras que estás perdiendo el control de tus emociones y las ganas de seguir adelante, acudir a psicoterapia será una de tus más importantes decisiones. ¿Qué estás esperando? Mañana puede ser demasiado tarde… éste, sin duda, es uno de los más grandes aprendizajes que la pandemia por COVID-19 nos ha traído para aplicarlo en nuestras vidas.

 

Psicólogo Enrique Pacheco

Universidad de Guadalajara, México

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