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Estrategia de transición energética y cambio climático. Iruña 2030.

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Estrategia de transición energética y cambio climático. Iruña 2030.
Estrategia de transición energética y cambio climático. Iruña 2030.

El Ayuntamiento de Pamplona ha presentado su estrategia de transición energética y cambio climático 2030 Pamplona. En ella definen sus objetivos y líneas de acción al respecto.

El cambio climático y la transición energética son los principales procesos políticos, económicos y sociales que las generaciones del siglo XXI vamos a vivir, por las buenas o por las malas, pero son incuestionables e innegociables. Por eso el debate es “CÓMO” (con mayúsculas) vamos a vivirlos. Este doble proceso es un fenómeno muy complejo que afecta a toda la gente y transforma todas nuestras estructuras de vida: la salud, recursos como el agua y la energía, los empleos, la vivienda, la movilidad. Es lógico que ante esta complejidad el diseño de esta estrategia también fuera complejo, por la profundidad del análisis y por la implicación de la mayoría social.

Las estructuras políticas representativas democráticas como el Ayuntamiento de Pamplona, se caracterizan porque dos cuestiones básicas recaen sobre las mismas personas: la decisión de a dónde dirigir el dinero público y la gestión de ese dinero. Esta doble función tiene su origen en las sociedades que articularon esta democracia representativa, en las cuales solo una élite burguesa estaba capacitada para llevar a cabo estas funciones. La sociedad ha cambiado y si bien seguimos necesitando un cuerpo funcionarial, elegido o por méritos y que administre lo público, ahora mucha más gente tenemos, en la cima de la era de la información, el potencial creativo para procesarla y así mismo la capacidad para la gestión óptima de esos recursos públicos.

Por eso el sistema es incoherente con lo que somos y además esta concentración de poder promueve la prevaricación, la corrupción y el clientelismo con las estructuras económicas que influyen de manera directa en esos políticos que juran su cargo para defender el interés común, pero diseñan sus políticas para el interés de los grupos de poder que pagan sus campañas electorales.

Es necesario mirar a toda la clase política con comprensión, que no aceptación. Muchas de esas personas —seguramente todas las que forman el equipo de gobierno municipal— no son conscientes de los criterios profundos del sistema político que defienden ni su trascendencia en la vida de muchas personas. Y seguramente también, dentro de una profunda ignorancia histórica y sociológica, tengan miedo de cualquier cambio que ellos no interioricen o responda a sus intereses. Y por eso siguen ejerciendo, gracias a muchos factores entre los cuales no está su excelencia intelectual, una función pública realmente mediocre y que, desafortunadamente todavía, no es consciente del desmesurado duelo civilizatorio que enfrentamos.  Pero entenderlo no significa que aprobemos su trabajo.

Un indicador importante de la calidad política de un proyecto es su manera de redactar presupuestos. Otro infalible es la importancia que se da a la participación ciudadana en su diseño, destacando las partidas que se dirigen hacia los grupos con menos recursos. Ahí se ve con claridad cuáles son los intereses del grupo, su manera de ver la sociedad, la política y las instituciones. Ante dos retos que afectan a toda la comunidad y todo lo que somos, para el equipo de gobierno liderado por un arquitecto, la partida más importante, más de 500 millones de euros, van dirigidos a la rehabilitación de edificios para su adaptación al cambio climático y la escasez de recursos energéticos. A priori la medida es intachable, pero seguramente, el equipo no se ha planteado que solo los combustibles fósiles permitieron una concentración en ciudades nunca antes vista en la historia (desde 2010 más de la mitad de la población vivimos en ciudades, una nueva experiencia parta la vida en el planeta) y una densidad para Iruña de más de 7000 habitantes por km² frente a los 63 por km² en el resto de Navarra.

Con una tasa de urbanización cercana al 80% no se puede sostener dicha concentración simplemente a través de una sustitución energética de fósiles por las denominadas energías renovables. Y que, por eso en un futuro próximo, inevitablemente, una buena parte de la población va a retornar al mundo rural. El dinero que se van a gastar hoy en edificios puede ser en vano, dado que parte de esos edificios simplemente van a dejar de tener utilidad y se van a vaciar. Este tipo de imprevisiones cada vez más frecuentes y costosas están sucediendo porque el problema sistémico se abarca con una mirada parcial. Así mismo dirigen más de 260 millones a la generación de energía renovable y su intención es lograr aumentar la capacidad actual en 157.963 kWp en energía solar fotovoltaica. Se apunta así nuestro Ayuntamiento a la gigantesca burbuja mediática que el régimen fosilista liberal está hinchando a pesar de las sonoras advertencias que llegan desde las instituciones administrativas estatales y de las científicas en particular; esta vez, el anunciado fracaso se produce a costa de una red eléctrica que no está capacitada para transportar tanta energía desde tanto proyecto (potencia instalada contra potencia utilizada, que en España lleva cayendo desde 2007). En sus propuestas obvian que esos proyectos necesitan de unos recursos físicos (minerales raros y complejos procesos de refinado con los que se producen las placas) que no existen para dar respuesta a las fantasías tecnológicas las irreflexivas expectativas políticas liberales. Todavía no han interiorizado que la transición energética no es una cuestión tecnológica de sustitución únicamente. Que las soluciones van a ser multifactoriales. Que van a trastocar todo lo que somos. Y que por eso, necesitan de un análisis holístico y serio.

Además, la atención a la gobernanza del proyecto muestra claramente los criterios del equipo de gobierno: a pesar de enfrentarnos a un proceso sistémico en el que confluyen solo en Pamplona cientos de miles de personas e innumerables factores donde entra todo lo que somos, presumen en este documento que se haya llevado a cabo “un proceso participativo para la elaboración de la estrategia” en el que ha habido ¡¡¡nueve reuniones!!! Una, el 27 de octubre de 2020, para informar a los técnicos municipales, sensibilizar sobre el tema, presentar los informes, identificar riesgos y recoger información. Tres más los días 28 y 29 de octubre de 2020 y el 6 de noviembre de 2020 con diferentes departamentos donde pudieron explorar las actividades que desarrollan, obtener información sobre energía y cambio climático, hablar sobre proyectos, imaginar proyectos, cuestionar por qué no son viables, etc. ¡¡¡Y de aquí pudieron obtener!!! una propuesta inicial de acciones que socializaron solo un mes después, el 10 de diciembre de 2020. Otra: el 26 de noviembre de 2020, un foro político en el que informaron a los políticos, los sensibilizaron, presentaron los datos e impactos, identificaron y recogieron información y aportaciones. Y la guinda: dos sesiones de lo que consideran “participación externa”, como si la ciudadanía estuviera fuera de la administración, el 5 y el 12 de noviembre de 2020. En total 53 personas de las 360.000 que vivimos en la Cuenca de Pamplona, recibieron información sobre el plan y pudieron ofrecer información adicional. El día 3 de marzo de 2021 se les devolvió el trabajo realizado. Esto no es un proceso de participación ciudadana, más bien es una exposición pública de la estrategia de un equipo de gobierno y una legitimación ¿democrática? formal de esa estrategia.

Para que exista un verdadero proceso participativo, la ciudadanía primero tiene que conocerlo. ¿Cuánta gente conocía estas sesiones, cuánta gente es consciente de las extraordinarias exigencias del momento histórico? Este proceso, para ser participativo, necesita atención y un cierto tiempo. Y sobre todo, necesita dar la opción de participar en la toma de decisiones, tal cual exigen los dictámenes y objetivos de desarrollo sostenible que marcan el itinerarios a seguir. Pero el equipo de gobierno ya las tenía tomadas de antemano.

Por último, la partida dirigida a Pobreza Energética, 60.000 euros frente a los más de 11 millones para el desarrollo de la Smart-City, expresa que, para este equipo de gobierno, lo primero es la digitalización de la administración, con todo lo que conlleva, por encima del bienestar básico de la ciudadanía con mayor riesgo de exclusión.

También sería interesante conocer qué prevén exactamente en los meandros de la ciudad con esa partida de 18 millones para un proyecto de economía circular.

Para terminar, la partida dirigida a adaptar el medio urbano de hormigón y cemento que “genera calor” en uno naturalizado, es de apenas 342.000 euros, frente a los casi 2 millones y medio que van a dirigir a la creación de una oficina de la energía y el clima.

Un equipo de gobierno no está capacitado para crear él solo una estrategia frente a estos tremendos fenómenos históricos. La ciudadanía no puede participar en el cambio radical del que debe ser protagonista con un proceso mísero de una sesión informativa. Y por tanto, las líneas de acción y las partidas presupuestarias pueden llegar a ser hasta contraproducentes.

Da la impresión de que, en la generación de esta estrategia, el equipo de gobierno primero pone el destino de las partidas según sus criterios privados y desde allí construye el plan que justifique ese gasto. Por tanto, el plan es una excusa para conseguir dinero ahí donde interesa a ciertas élites políticas y empresariales y no un proceso público para salvaguardar el apremiante esfuerzo colectivo necesario para garantizar el mayor bienestar ciudadano.

Julia Itoiz

Miembro y fundadora de Iruña Gerora, es historiadora (UNED), maestra diplomada, coach y supervisora. Aprendió euskera de adulta como una manera de comprender sus orígenes y honrar a sus antepasados. Ha trabajado en el movimiento popular de barrio, en una asociación vecinal, en una radio libre y en un gaztetxe. Ha criado tres hijos con ayuda de madre y hermano. Ha publicado un ensayo histórico sobre un proyecto cooperativo de esencia obrera y democrática que fue destruido desde el Grupo Mondragón y CLP, “La otra experiencia. El libro que nadie quiso publicar a Jorge Oteiza”. Ha autoproducido dos álbumes de Rap Radikal Vasco como La Chula Potra, “Poéticamente Incorrecta” y “Cleopotra. Revolution with love”. Actualmente trabaja en un proyecto sobre políticas feministas y transición ciudadana.

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