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Septiembre sin azúcar

En una noche cualquiera, dos hermanas mellizas terminan en el Hospital Puente Piedra en Lima, Perú con diabetes tipo 1 con extraños síntomas al mismo tiempo

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Dulces. IMAGEN DE ARCHIVO
Septiembre sin azúcar

¿Acaso es posible que dos hermanas mellizas terminen con diabetes tipo 1 al mismo tiempo y hora con diferentes síntomas? Para contestar a esa pregunta, el Dr. Polarius, especializado en endocrinología de la clínica Puente Piedra nos dice que es “inusual” y a continuación se revelará una historia con algunos detalles que explican este especial acontecimiento.

Hace unos siete años, exactamente un 13 de septiembre, dos mellizas de los cinco hijos no se sentían bien. Asimismo, los dos hermanos menores estaban con varicela aguda porque, por el cambio de país, nunca se les había vacunado contra la varicela. Por último, Estela, la hermana mayor estaba de viaje de estudios con el colegio. Paula, una de las mellizas con nueve años de edad, estuvo con náuseas y yendo al baño constantemente durante toda la noche. Los padres de familia se preocuparon un poco ya que pensaron que podría ser un simple virus, pero por la frecuencia con la que iba al baño, el padre la llevó enseguida a la clínica más cercana de madrugada para que la evaluasen. Ahí le dijeron que estaba deshidratada y le pusieron dextrosa junto con algo más para el extrañamiento porque en la placa de rayos X salió que tenía atorado el intestino.

Al día siguiente, la madre llegó a las 9 de la mañana porque el papá se tenía que ir a trabajar pero, antes de hacer cambio de guardia entre ellos, el doctor salió con una duda. No entendía por qué Paula estaba deshidratada si tomaba agua y orinaba de una manera normal. Eran esos detalles que hacían falta en el diagnóstico del doctor. Por tanto, los médicos se juntaron y decidieron realizarle una prueba adicional de glucosa en sangre sin decirle nada a los padres. Después de 40 minutos, el doctor fue claro y directo: “Su hija tiene diabetes tipo 1”. Al instante, lágrimas de la madre empezó a diluviar sin parar y el médico tuvo que consolarla en muchas ocasiones hasta que el padre llegó y le reemplazó. No hubo tiempo para reaccionar y los doctores le dijeron a la madre que trajera a Lucía, la otra melliza que presentaba los mismos síntomas. Luego de unos minutos, le realizaron la prueba a Lucía y también: 640 de glucosa en sangre, diabetes tipo 1.

De un momento a otro, la vida de toda la familia cambió en unos 360 grados y había que estabilizarlas de inmediato antes de que fuera demasiado tarde. En esa clínica no había camas disponibles, así que las tuvieron que trasladar a las mellizas a la clínica Puente Piedra en donde un miembro de la familia (que también es médico) las iba a recibir con los brazos abiertos. Las ambulancias llegaron desde la clínica La Loza, ubicada en Surco hasta Puente Piedra situada en San Isidro con una distancia de 1 hora aproximadamente en Lima, Perú.

Las chicas fueron admitidas en la clínica y empezaron el tratamiento con insulina en urgencias durante muchas horas. Al poco tiempo de haber empezado, Lucía, en vez de mejorar, empeoraba cada vez más. Su respiración comenzó a acelerar, tenía náuseas, sus ojos se abrían y cerraban con frecuencia y sufría mucho dolor de estómago. Instantes después, empezó a vomitar sustancias rojizas, comenzaba a arañar las paredes sin parar y se movía de un lado a otro en la camilla, estaba fuera de sí. Era una verdadera locura. Las enfermeras agarraban sus manos y pies para que no se hiciese ningún daño físico. Inyectaban sustancias y medían niveles de glucosa. Por tanto, Lucía tenía que pasar a UCI pero, como los dos hermanos estaban con varicela, los médicos necesitaban el certificado médico afirmando que ella está vacunada contra la varicela porque habían pacientes graves y no se podían arriesgar.

Al cabo de uno rato, luego de buscar dicho certificado, Lucía ingresó a UCI y toda la familia comenzó a rezar. Nadie la podía ir a ver, pero, según afirmaban los médicos, las oraciones llegaban hasta UCI. Minutos después, se enteraron que estaba en coma diabético; ella no se acuerda de nada lo que había pasado, lo cual es favorable tanto para ella como para la familia.

Pasaron muchas horas y Lucía estaba en un 70% fuera de peligro. Paula ya estaba en el cuarto de la clínica recuperándose. Al llegar la noche, ambas hermanas estaban juntas otra vez en la misma habitación.

La crisis ya había pasado y las mellizas se van a tener que acostumbrar a este nuevo estilo de vida. Las enfermeras le enseñaron a pincharse el dedo seis veces al día y calcular cuánta insulina se tienen que poner. Desde ahí se volvieron más fuertes y unidas, compartiendo un nuevo estilo de vida y tendrán que aprender a vivir con ello por el resto de su vida.

Finalmente, luego de que ambas hermanas se recuperasen, el padre tuvo que ir por la hermana mayor al colegio porque regresaba de una excursión escolar y ella no entendía cómo todo eso ha podido pasar en tan poco tiempo.

DANIELA DONGO-SORIA LIRA

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