jueves. 28.03.2024
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Estimado Rafa

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Persona escribiendo una carta. IMAGEN DE ARCHIVO
Estimado Rafa

Sirva esta vía de comunicación contigo para cumplir con dos objetivos: en primer lugar, felicitarte por tu reelección como Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Navarra. Y, en segundo término, hacerte llegar un mensaje desde mi posición crítica como médico de a pie frente a la dejación que he percibido en los Colegios de Médicos respecto al proceso Covid-19.

No recuerdo (mi memoria suele ser “de pez”) que durante los años en los que coincidimos en la Facultad de Medicina entabláramos una conversación, unas cuantas frases seguidas, a excepción de saludos cuando nos cruzáramos en las aulas, pasillos o en la calle.

Sí que tuve la oportunidad de coincidir algo más con tu padre, nuestro profesor de Bioestadística, que me echó un cable en el manejo de los números, el cálculo estadístico, en mi tesis doctoral en la propia Facultad de Medicina.

Nuestros recorridos han sido muy diferentes. Tú te enfilaste hacia la Medicina forense y yo comencé a husmear en aquellas cuestiones relacionadas con la salud y la enfermedad que no se nos enseñó en la Facultad, ni de las cuales se nos avisó de su existencia. Tampoco compartimos amistades de ésas que se cultivan y mantienen, y que hubieran propiciado nuestro encuentro.

A lo largo de este proceso Covid-19 te tocó estar presidiendo el Colegio de Médicos de Navarra. En diversas ocasiones me vino a la cabeza la idea de llamarte, hablar contigo respecto a lo que yo percibía como falta de presencia de los Colegios de Médicos en esta locura que hemos vivido y que seguimos viviendo.

Como representantes de un colectivo de profesionales que estaba sufriendo de diferentes formas las consecuencias de una lucha sin cuartel frente a una enfermedad, por un lado, y a la debacle político-administrativa asociada, por otro, me pareció que estuvisteis desaparecidos en combate.

Y no me refiero con esta idea a que no os solidarizarais con la penosa tarea a la que estaban expuestos los médicos de trinchera que hacían lo que podían y, en muchas ocasiones, más de lo que podían… Esa solidaridad no era suficiente.

Respecto a la enfermedad, llamada Covid-19, hay mucho de lo que hablar: desde su catalogación de pandemia hasta su diagnóstico propiamente dicho.

No dudo sobre la oportunidad de nombrar como pandémico un proceso como el que sucedió en la primavera de 2020: de primeras,  hubo una avalancha de personas enfermas y una sobremortalidad de cierta importancia en diversas zonas geográficas.

La enfermedad Covid-19 también mostró cierta novedad en lo que podía parecerse a una neumonía vírica pero con características nuevas respecto a la evolución de las gasometrías y su efecto sobre las personas. Se podía medir una hipoxia franca cuando la persona podía sentirse más o menos normal… Algo no cuadraba en la sintomatología de una neumonía vírica típica.

La ausencia de autopsias iniciales, y creo que estarás de acuerdo conmigo al menos en este punto como médico forense que eres, restó eficacia diagnóstica y terapéutica al colectivo médico. ¿Por qué no se hicieron autopsias? Y no me vale que se temía por la salud de los patólogos o de los forenses encargados de realizarlas. Tenéis el culo bien pelado al tratar con fallecidos por diversas situaciones aparentemente peligrosas con riesgo de contagio.

El caso es que, con la aplicación de respiradores a discreción y la no aplicación de corticoides y anticoagulantes, se nos fueron miles de personas. Evidentemente, no sólo influyó esto sobre las cifras de mortalidad. A continuación, me referiré a las consecuencias de sobremortalidad por la nefasta gestión política.

Sin entrar a juzgar la existencia o no del tan cacareado comité de expertos que aconsejaban al gobierno de la nación, a los que llamo los “expertos de cabecera”, me he preguntado una y mil veces diversas cuestiones.

  • ¿Cómo a tenor de lo vivido previamente en Italia, con un modelo sanitario parecido al nuestro, con la saturación hospitalaria que se veía, en España se decidió (¿o no se decidió?) derivar a la asistencia hospitalaria el frente de guerra de este proceso Covid-19?
  • ¿Cómo se hizo desaparecer del mapa asistencial, de un plumazo, a la Atención Primaria? ¿No se sabe sobradamente que nuestro sistema hospitalario es de una calidad excepcional pero para la atención de casos puntuales, esporádicos, pero no en ninguna situación epidémica? ¿No recordamos cada año la saturación hospitalaria provocada por la gripe estacional, con el agobio de nuestros compañeros y las consiguientes protestas sindicales?
  • ¿Por qué se derivó a los hospitales y se dejó ingresados a enfermos que podían haber sido atendidos por los médicos de cabecera en sus casas? Vimos, ya con los hospitales colapsados,  cómo a las personas más necesitadas de atención hospitalaria (por su gravedad), los ancianos, se les dejó morir en sus habitaciones de las residencias en condiciones deplorables. Triaje de guerra.
  • ¿Cómo es que se hizo caso a los planteamientos del Imperial College con previsiones desorbitadas en cuanto a la extensión y mortalidad de la Covid-19, cuando ya había fallado espectacularmente en sus cálculos en las anteriores ocasiones (SARS de 2002, gripe porcina de 2009, MERS de 2012…)?
  • ¿Cómo a resultas de esos cálculos, tomados como ley de Dios, se impusieron una medidas de confinamiento general de la población fuera de sentido común? ¿Desde cuándo en Medicina se ha confinado a las personas sanas?
  • ¿Cómo se ha instaurado el uso de las mascarillas de forma generalizada, en espacios al aire libre, emitido toques de queda, cierre de empresas, por ejemplo la hostelería, cuando se sabía que la transmisión de esa localización era mínima? ¿Se ha calculado el daño no solamente económico sino en la esfera de la salud provocado a la sociedad en su conjunto?
  • ¿Cómo se ha obligado a los niños a seguir unas normas de aislamiento inicial y, después, de separación de los demás niños, enmascarados, con mensajes de miedo a que podían contagiar y ser posibles ejecutores de sentencias de muerte a sus padres y/o abuelos…? ¿Se ha calculado el daño generado a esos niños?
  • ¿Por qué no se ha hecho caso a las experiencias de países en los que continuaron abiertas las escuelas sin esas medidas tan coercitivas hacia los niños? En dichos países se demostró, para el que quiera ver, que no había mayor número de profesores y otros adultos contagiados a causa de los niños escolarizados.
  • ¿Por qué no se ha hecho caso a las estimaciones de epidemiólogos de la talla del Dr. Ioannidis, a los firmantes de la Declaración de Great Barrington, profesionales de prestigio universitario, que recomendaban centrar la atención y las medidas de protección sólo en la población en riesgo?
  • ¿Por qué no sale a la luz de los medios de comunicación y se toma en consideración la información comprobada de que no hay diferencias significativas en las cifras de gravedad y mortalidad entre los países en los que, como en España, se han extremado las medidas de seguridad y otros en los que han sido más suaves?

Y si hago referencia a un tema de importancia suma como el diagnóstico médico de Covid-19:

  • ¿Por qué se ha instaurado el diagnóstico a través de una prueba que se ha comprobado no específica, digan lo que digan quienes la promovieron y los que la han tomado como falso estándar de oro?
  • ¿Por qué se ha jugado de forma tan manipuladora con la sensibilidad de la prueba, al realizar diagnóstico de casos nuevos, hubiera o no síntomas, con umbrales de amplificación por encima de 30?
  • ¿No se nos cae la cara de vergüenza al manipular a la población con las “ficticias nuevas olas” y la aparición estrella de los enfermos asintomáticos? Esas nuevas olas fueron olas de “nuevos casos” por la gracia de las PCRs mal utilizadas. No fueron olas de enfermedad pandémica. La pandemia ya se acabó en mayo de 2020 de forma natural.

Ante un proceso mórbido con una mortalidad actual cercana a otras enfermedades hacia las que no se han tomado medidas tan drásticas, y la pérdida de derechos y libertades a la población, ¿por qué se intenta vacunar masivamente a toda la población del mundo con unos productos insuficientemente estudiados?

Ante estas cuestiones que planteo (y otras que alargarían el escrito) te pregunto, Rafa: ¿por qué no os habéis levantado desde un principio y no os estáis posicionando en contra de unos modelos, de unas normas, de unos supuestos fuera de toda cordura médica?

¿Por qué, en cambio, diversos Colegios de Médicos están expedientando a compañeros que se atreven a exponer criterios diferentes a los asumidos por la línea oficial? La Ciencia con mayúscula siempre se ha distinguido por cuestionar todo tipo de verdad, mientras haya argumentos y dudas razonables.

¿No ves cómo se coloca el calificativo de “bulo” o “falso” a todo  lo que contradiga la verdad única de la OMS, CDC, reguladores nacionales de fármacos? ¿No está demostrado con la claridad suficiente que los tentáculos de la industria farmacéutica han logrado el control de la ciencia (en este caso con minúscula)?

¿No ves hacia dónde se nos está dirigiendo a la población mundial? Para tu información, puedes leer acerca del libro “The Great Reset” escrito por Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial y adalid del gran cambio social que pretenden para toda la humanidad.

Te deseo todo lo mejor en tu andadura como Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Navarra.

Salud para ti y los tuyos.

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