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TENGO UN SUEÑO

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Coronavirus. Archivo
TENGO UN SUEÑO

Hoy me he desvelado. Y mientras estaba intentando conciliar el sueño, me ha venido el recuerdo de aquel discurso de Martin Luther King que salió de sus labios el 28 de agosto de 1963 en Washington.

En aquellas fechas, la sociedad norteamericana se comportaba injustamente, con un racismo feroz, menospreciando en general a las personas de raza negra, impidiéndoles mezclarse con la raza blanca en las escuelas y en los lugares más insospechados.

Y si Martin Luther King lanzó a los cuatro vientos su esperanza de un mundo en el que pudieran integrarse personas de diversa raza con los mismos derechos, a mí me viene otro grito: “¡estoy viviendo una pesadilla!”

Estoy viviendo una pesadilla en la que la mayor parte de la población está siguiendo “a pie juntillas” lo que se les dice. Una pesadilla en la que la Ciencia está siendo manipulada por intereses mercantiles.

Unos políticos que vibran en la misma sintonía, sean del color que sean sus ideologías. Aquí no sirven ni derechas ni izquierdas. Políticos que, en sus reinos de Taifas, están intentando entretejer unas argucias legales con las que nos quieren sumir en unos Estados absolutamente dictatoriales. Y todo esto vulnerando completamente los convenios y tratados internacionales (Nuremberg, Oviedo...)

Una pesadilla en la que se nos quiere hacer creer que espontáneamente, un virus malévolo saltó de unos murciélagos a los seres humanos a través de un animal intermedio inexistente.

Una pesadilla en la que científicos en muchos países, sufragados con dinero del contribuyente, se afanan en “jugar” e investigar con diferentes virus, maquinando variaciones mucho más amenazadoras, letales, a través de estudios llamados de “ganancia de función”.

Una pesadilla en la que personas que centralizan un poder material, económico y político que es difícil de imaginar, disfrazados de falsos filántropos, rigen los designios de las organizaciones internacionales que intentan “salvarnos” de esa amenaza vírica desconocida.

Una pesadilla en la que todo está dirigido de cara a conseguir inocular a todo el mundo, cueste lo que cueste. Una pesadilla en la que ya no hace falta seguir los cauces normales de cautela y estudio para permitir el uso masivo de productos totalmente experimentales.

Una pesadilla en la que los medios de comunicación han tenido un protagonismo brutal en la creación de un miedo colectivo, la mejor herramienta para dominar a una sociedad y hacer con ella lo que se quiera.

Una pesadilla en la que se nos intentó convencer falsamente de que aislándonos de la vida y parando nuestra actividad íbamos a vencer al virus; en la que debíamos dejar de respirar libremente para no morir ni matar a nuestros padres.

Una pesadilla en la que se nos está bombardeando diariamente con cifras desde hace casi año y medio. Cuando interesan, son los muertos; cuando no hay muertos, la ocupación hospitalaria, las olas ficticias de contagios asintomáticos. La cantidad de vacunados, la llegada ansiosa a la inmunidad de rebaño… cada vez más exigente y lejana.

Una pesadilla en la que se intenta vacunar a personas que ya han pasado la enfermedad, habiendo generado una inmunidad que supera con creces lo conseguido mediante una inmunidad sesgada y altamente específica frente a una única sustancia, una proteína.

Una pesadilla en la que se afirma que la vacuna es segura para colectivos en las que no se ha probado con el suficiente rigor y, sobre todo, durante el tiempo necesario: mujeres embarazadas, niños, personas con patologías autoinmunes, inmunosuprimidos, alérgicos, personas con tratamientos anticoagulantes, etc.

Una pesadilla en la que se está inoculando en las personas información genética para que los mismos individuos fabriquen una proteína (spike) altamente tóxica ya patentada desde hace años. Una verdadera arma biológica puesta en acción.

Una pesadilla en la que ahora se intenta vacunar a los adolescentes y niños cuando la mayor parte van a pasar de largo de la enfermedad y, de los que la pillen, el 99’997% de ellos saldrán airosos.

Una pesadilla en la que parece no importar que existan personas que sufran efectos adversos graves o mueran a causa de las mal llamadas vacunas.

Como ejemplo comparativo, en la gripe porcina de 1976, el gobierno del presidente norteamericano Gerald Ford, cuando tuvo constancia de que habían fallecido alrededor de 50 personas a causa de la vacuna, detuvo drásticamente la campaña de vacunación.

En estos momentos, con datos del VAERS norteamericano a 30 de julio de 2021, llevan notificados 443.201 efectos adversos, de los que 35.881 fueron graves y 5.739 generaron la muerte.

·        El 13% de las muertes se generaron en las primeras 24 horas tras la inoculación.

·        El 19% de las muertes ocurrieron en las primeras 48 horas tras la inoculación.

·        El 34% de las muertes se produjeron con inicio de síntomas dentro de las primeras 48 horas tras la inoculación.

En los jóvenes norteamericanos entre 12 y 17 años se han producido 15.741 efectos adversos. De ellos, 947 han sido graves, y se han notificado 18 muertes.

Así como en el VAERS se puede ver la ficha de cada notificación con los datos más reseñables, el sistema EUDRAVIGILANCE europeo es más parco en transparencia. De este sistema europeo, teniendo que rastrear cada grupo de dolencias, a fecha 7 de agosto se han notificado 21.246 fallecimientos.

EUDRA, cuando se accede a su información, aclara (con una descarga de responsabilidad) que en los datos ahí anotados no tiene por qué haber una relación causal con el fármaco utilizado.

Según datos oficiales de la “tarjeta amarilla” de la MHRA (sanidad del Reino Unido), a fecha 30 julio de 2021, se contabilizan 1.410 fallecidos tras las inoculaciones covid.

Tengo que apostillar que estos sistemas de notificación de efectos adversos se cumplimentan de forma voluntaria, con lo que se estima que los efectos adversos se multipliquen al menos por 5-6 veces.

¡Pues no quiero vivir entre pesadillas! Y también, como Martin Luther King, me arrogo el  derecho a vivir un sueño sin tener que colocarme como una figura mártir de ningún movimiento.

Un sueño en el que cada ser humano sea libre de vivir acorde a sus convicciones.

Un sueño en el que se impida la obligación de experimentar con nuestros cuerpos hasta el total dominio.

Un sueño en el que los seres humanos nos podamos relacionar sin miedo a contagiar o ser contagiados.

Un sueño en el que podamos besar y abrazar a las personas a las que apreciamos.

Un sueño en el que los sistemas de salud verdaderamente velen por nuestra salud.

Un sueño en el que podamos tratar nuestros cuerpos de la forma más sabia, natural y responsable.

¡Despertemos ya! La vida está para vivirla y disfrutarla, no para tener miedo de ella. Los virus no son nuestros enemigos por definición. Nuestro genoma está compuesto en alrededor de un 8-9% por material vírico que se ha ido incluyendo a lo largo de la evolución del ser humano. Forman parte de nosotros como un sinfín de bacterias.

Lo que se debe hacer es dejar de jugar a modificar los virus y a hacerlos más mortíferos; si no, las pandemias se irán repitiendo sin cesar. Y es lo que los grandes “filántropos” que manejan el mundo están anunciando desde hace tiempo.

Defiende tu libertad. Defiende tu salud y la de tus hijos. ¡Resiste!

El próximo sábado 14 de agosto se van a celebrar a las 20h manifestaciones en diversas ciudades españolas organizadas por el movimiento “Padres por la Verdad”. Acude. Ha llegado la hora de movilizarse.

Salud para ti y los tuyos.

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SILVANO BAZTÁN G.

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